Por Pedro
Antonio Valdez
When I perhaps
compounded am with clay,
Do not so much as my poor name rehearse.
But let your love even with my life decay
Do not so much as my poor name rehearse.
But let your love even with my life decay
Shakespeare
Ramón Mesa nos ha
convocado a la presentación de su más reciente publicación, una colección de
poemas que ha titulado Hechizo de lluvia
y otros conjuros, que sale bajo el cuidado del Grupo Editorial Aníbal
Montaño… Al escuchar uno el nombre “Grupo Editorial” le puede llegar a la mente
la idea de que el autor ha sido firmado por un poderoso consorcio. Se lo puede
imaginar uno embutido en un saco y una corbata, con unas prendas de calamina
que tras el primer avance se convertirán en blimblines de oro blanco,
estampando su firma con un lapicero de oropel en un jugoso contrato superior al
de los peloteros millonarios con los que comparte la ciudadanía
sancristobalense. Sin embargo, pronto se da uno cuenta de que se trata de otra
clase de empresa. Ese grupo es el brazo editorial de la Fundación Literaria
Aníbal Montaño. Y esto le da una dimensión que las poderosas instituciones
editoriales no suelen poseer.
Cuando
uno evoca el apelativo de Mesa –porque así es que realmente se llama: Mesa–, le
viene a la mente un hombre que no está solo. Nos aflora la imagen de un hombre
bueno, con una locura que le permite apostar al desarrollo de gente desconocida.
La Fundación Literaria Aníbal Montaño es una institución que sirve de guía para
que una cala de los hijos de Machepa se pueda sublimar a través de la palabra y
del pensamiento estético. De la labor de esta Fundación hay numerosos
testimonios de calidad literaria, que se evidencian en publicaciones que
circulan por el país. De esta manera el pan del verbo llega a niños que, se
podría decir, aprenden a leer metáforas antes de deletrear el alfabeto. Es un
curioso caso en que la literatura ha servido para elevar la dignidad personal
de los habitantes de barrios y campos de nuestro país. Y lo han hecho con tanta
calidad, que se me ocurre pensar que si en cada uno de nuestros municipios
hubiese una fundación como esta, otra clase de colectividad seríamos. Se me
pierde la imaginación de solo figurar qué sería hoy de mí, que vengo de un
barrio, si durante mi niñez hubiera tenido acceso a una institución que
funciona como un palacio de libros y poesía…
En
efecto, referirse a Mesa es siempre hablar de Mesa y de más gente. Incluso en
su ámbito familiar, forma una exquisita pareja con la escritora y gestora
cultural Ysabel Florentino: ambos hasta parecen gemelos culturales, en tanto
por sus venas corre la misma sangre de las letras. Lucen tan perfectos que hasta
profundamente quisiera uno que fueran como se ven, más allá de las
complicaciones que sin dudas constituyen el bregar de cerca con gente, porque
merecen ser tan ideales como se ven. Hombre escritor, mujer escritora… y no
sabe uno cómo diablos se las han ingeniado para tener hijos escritores. A veces
pienso, con cierta envidia de la mala, que Mesa ha encontrado la fórmula de
procrear hijos a los que no tiene que regalarle caros juegos electrónicos, sino
baratos grandes libros de poesía.
No
obstante, del Mesa que les debo hablar ahora no es verdaderamente el colectivo,
el grandioso gestor cultural, el artista plástico o el investigador
antropológico, sino del escritor. Específicamente, el poeta. No dejo de
imaginármelo aguardando a que salgan los libros de los demás para que entonces
salgan los suyos. Por supuesto, esta generosidad deviene también estrategia: a
lo mejor el tiempo que le exige estar callado para difundir la voz de los demás
le permite el silencio necesario para escribir, repensar y reescribir su propia
obra.
El escritor Pedro Antonio Valdez y Ramón Mesa, durante la presentación del libro Hechizo de lluvia en el Centro Cultural del Banreservas. Santo Domingo. |
El libro que en esta
ocasión nos presenta, Hechizo de lluvia y
otros conjuros, está constituido por tres clases de haceres poéticos
escritos entre 2012 y 2016. Se trata de dos libros y pico en un volumen. El
primero se intitula El amor es un
misterio. Este, que funciona como primera sección, está dividido a su vez
en tres partes, en cada una de las cuales somos atraídos al territorio obscuro
de un ser-narrador fantasmagórico. Se trata de poemas enhebrados desde la
penumbra del cementerio. La lógica, a lo mejor, la encontramos en esa dinámica
de amar-morir que caracteriza al más elevado de los sentimientos eróticos. El
amor adquiere aquí la textura emocional e incluso estética de la muerte…
Yo soy el único inquilino de la
noche, donde otra madrugada se ha inventado con mi alma, su sombra sobrepasa
los linderos infectados de nostalgia y agua bendita. Aquí vino a darme a luz la
aurora, ningún ungüento calmó sus dolores de parto. En mí convergen todos los
parámetros de distancia y tiempo.
(“Yo soy el único inquilino”).
Y
desde este estado emocional de emulación ultraterrena, el poeta reclama su
deseo amoroso:
Cierra los ojos
Abre tu pecho.
Reza
conmigo: Quiero el pan de tus senos, mujer, practicar en tu vientre el milagro
de los peces. Señor, he aquí el pan y el vino: carne de tu carne, sangre de mi
sangre. ¡Salud!
(“Oración”).
En
esta parte del libro el lector puede desplazarse hacia el hallazgo de la verdad
poética sin contratiempos. Aunque se plantea una realidad compleja, el poeta no
enreda el recurso del lenguaje. Para esto compone los versos, básicamente en
prosa, siguiendo una acertada secuencia sintagmática que permite emular la
experiencia de lectura con la del hablante común, no necesariamente en el
componente léxico, sino en la conjunción de conjuntos de palabras. En esta
sección encontramos una armonía de registros lingüísticos que nos comunican con
profundas imágenes poéticas a la vez que con estructuras discursivas que, con
un sentido lúdico, conectan con usos convencionales para el hablante, como son los
artículos del horóscopo o el ritmo íntimo de las cartas.
Juan Freddy Armando, Pedro Antonio Valdez y Ramón Mesa. |
La
segunda parte de este poemario es la que da título al libro: Hechizo de lluvia, fechada en 2015. Aquí el poeta fluye mediante el verso
blanco. El amor y la muerte dan continuidad a la temática de la primera
sección. Inicia así:
Yo, Ramón Mesa,
en pleno uso de mis facultades
físicas y mentales,
obedeciendo a las intenciones más
preclaras del deseo
y al amparo de los caprichos del
corazón y la fe,
he venido a renunciar a la
osamenta de mis días
calcinados por este fuego
pretérito
que lame las horas cual caramelo.
(“Ontología del espectro y el
esperma”)
Desde
estas líneas, que fungen como primera estrofa del poemario, encontramos esa
vinculación de la lengua en la estrategia denotativa y connotativa que
encontraremos en todas las regiones del libro. Aunque se trata, en apariencia,
de poemas reflexivos en los que el haber filosófico, como se espera, siempre
conduce a la muerte, realmente estos versos constituyen un desprendimiento de
la dinámica amor-muerte que hemos mostrado y que, por si existiera alguna duda,
reencontraremos en poemas como “Carne de mujer”, “Noche de embrujo” o “Hoy es
miércoles de ceniza”. Entonces, el amor y la muerte se despegan aquí de la
estética tenebrosa para avanzar por los paisajes cerebrales del pensamiento,
aunque sin abandonar sus raíces originales. Esto lo encontramos conjugado en el
poema “Hechizo de lluvia”, una pieza de cristales en que significado y
significante se vinculan con una armonía delicada, lo cual permite que el
pensamiento, empapado de connotación poética, fluya hacia los lectores.
El amor tarde o
temprano actúa como un golpe del corazón. El dolor está implícito, serenamente
palpitante, terebrante en la proyección futura de toda experiencia amorosa. La
búsqueda estética, a veces un final satisfactorio, constituirá la resiliencia
esencial en la propuesta poética de Mesa. Su propuesta estética involucra un
campo semántico abierto en que la palabra de alguna manera se repite en sentidos
extraídos de la Biblia o de la santería. Estos vocablos funcionan como
ungüentos emotivos que a la vez de resaltar la damnificación insuflan la idea
del alivio.
El
libro cierra con lo que parece un proyecto de poemario, escrito en 2016. Se
trata de las partes de una serie dedicada a la imagen fresca y universal de la
mujer, que es la muchacha. Está compuesta por cinco poemas de amor, en los que
aunque el tema específico de la muerte no tiene una presencia tan directa, aunque
por el simple hecho de ser amor y estar contenidos en este conjunto, nos
recuerdan que detrás del placer de amar siempre acechará la vibración del
sufrir.
Portada del libro Hechizo de lluvia de Ramón Mesa |
Hechizo, lluvia y
conjuro son vocablos que se emparentan sus conceptos para mostrarnos un sentido
obscuro y profundo que Ramón Mesa presenta en una dinámica de la muerte y el
amor. Hechizo de la lluvia y otros
conjuros es un libro plasmado por un poeta dedicado y exquisito. En su
visión vibra una colectividad que funciona como vaso comunicante con su noción
de la poesía. De esta manera en su experiencia el poema actúa como embase
mágico que contiene en dibujos, a veces hermoseados, a veces desgarradores, la
profundidad de emoción humano empujando hacia la realización poética.
Septiembre, 2018.
Las poetas de la FLAM junto al escritor Ramón Mesa |
Denny María López en la presentación de Hechizo de lluvia |
Ramón Mesa, Darihanna Mesa, Darihel Mesa e Ysabel Florentino. Los Inseparables de la Cultura |
Foto familiar |